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La comedia porno que se salvó de ser cancelada

Cuando en diciembre se supo que Max ( entonces HBO Max ) había decidido cancelar Minx, un escalofrío colectivo recorrió a los creativos de Hollywood. No fue solo que Minx, una comedia encantadora y llena de pollas sobre el lanzamiento de una revista estilo Playgirl en los años 70, fuera un programa de éxito crítico . Era que Minx ya había recibido un pedido de la segunda temporada de la cadena y, de hecho, estaba en la última semana de rodaje de esa temporada. Los showrunners, escritores y elencos se quedaron preguntándose: «Si HBO pudo salir y retirarse de un programa en el que ya había invertido tanto dinero y confianza, entonces ¿quién puede decir que no nos podría pasar a nosotros?».

Lo que Max hizo con Minx se llama «escribir» y se está volviendo cada vez más común. Las cadenas, que buscan reducir costos, pueden declarar que un activo (en este caso, un programa) se ha depreciado más rápidamente de lo previsto. “Anotan” el valor del programa en los libros, haciéndolo valer menos de lo que valía inicialmente, y posteriormente terminan con una pérdida general en su balance y una deducción fiscal considerable. Funciona para programas existentes y para trabajos encargados anteriormente, de ahí que tantos originales de Paramount y Disney hayan desaparecido de sus servicios de transmisión en línea en los últimos meses. (De hecho, Disney informó recientemente que esta primavera tuvo que amortizar 1.500 millones de dólares, lo que los expertos han atribuido a todo ese contenido que desaparece).

Algunos demandados de Hollywood se apresurarían a recordar a los creativos que se llama “negocio del espectáculo”, no “seguridad del espectáculo”, y que hay otras razones por las que las redes cancelan el contenido, desde tratar de evitar licencias o pagos residuales hasta el dinero que obtienen al barajar el contenido. a un servicio FAST (transmisión de TV gratuita con publicidad) como Pluto TV.

Cuando se supo que Minx estaba fuera de Max, Lionsgate estaba teniendo conversaciones serias con unos cuatro compradores potenciales diferentes. Justo antes del nuevo año, llegó la noticia de que Minx había aterrizado en Starz, y la noticia llegó al mundo en enero. Sus creadores dicen que están contentos de que el programa haya llegado a la cadena, debido a su compromiso con una programación que atrae a grupos subrepresentados, pero también porque significa que Minx ha encontrado un hogar entre contenido igualmente provocativo.

El arte imitando a la vida… aunque sea a la sexual

En nombre del arte hay muchas cosas que son permitidas, eso es incuestionable. No se debe coartar el espíritu artístico, así que cualquier cosa que se manifieste a través de los ojos de un artista o creador, es arte. Las expresiones artísticas nacieron para hacer nuestra vida más agradable, elevando nuestros espíritus hacia otras cotas, alejándonos del tedio terrenal y haciendo que vivamos otras experiencias en un plano metafísico… Bueno, que el arte nos hace pasar un buen rato, eso sería el resumen. Pero no lo olvidemos: el arte, como manifestación humana, imita nuestra vida, y evoluciona junto a ella.

Esto no tiene por qué ser malo per se, aunque deja un amplio margen para la interpretación. Como ya comentamos unos posts atrás, esto es lo que ha permitido a la pornografía convertirse en un arte, con más o menos detractores. Lo que es incuestionable, como ya comentamos, es que ya desde la antigüedad nuestros ancestros sentían la necesidad de incluir sus actividades sexuales en sus manifestaciones artísticas; y así, podemos inferir que el sexo es una de las inspiraciones del arte, justo como llega a inspirar nuestras vidas.

Por eso no debe sorprendernos que en los últimos tiempos haya habido una gran complicidad entre arte y sexo anal. Ya sabemos que a nuestros ancestros esto de la sodomía les apasionaba en gran manera, y no eran tan mojigatos como sus descendientes. Siglos después, las religiones monoteístas se encargaron no solo de considerarla amoral, sino directamente relacionadas al sexo homosexual, que todavía era peor que practicar un anal. Y, en fin, esta práctica fue demonizada y consideraba uno de los sumums del vicio y la depravación

En la actualidad, esto del sexo anal crea opiniones encontradas, pero no hay duda de que la tendencia es, cuando menos, a probarlo. Las nuevas generaciones, nuestros chicos y chicas de la generación Z, conectados a internet casi desde que nacen, se ven altamente influenciados por los videos de porno anal, a los que acceden fácilmente. Esto es un hecho, y también que cualquier chico o chica de 18 tiene la suficiente curiosidad y valentía de probar todo lo que ve en internet. ¿Acaso no nos escandalizamos de los llamados retos en la red, cuando youtubers, tiktokers e instagramers hacen todo tipo de burradas, y nuestros hijos e hijas los imitan? Pues basta con que una de estas influencers haya dado una buena opinión sobre follar por la puerta de atrás, cuando un montón de jovencitas caliente y ávidas de nuevas experiencias ya se han lanzado a comprobarlo por ellas mismas.

Se podría decir que esto es un fenómeno sociológico de nuestros días; y por eso, el arte acaba haciéndose eco de ello, cómo no. Si es una moda o no, no lo podemos asegurar; pero es un hecho que cada vez hay más gente que practica el sexo anal como una práctica más en su rutina sexual. Si es más placentero o no que el sexo convencional (siempre hablando entre personas heteros), o que otra práctica como la masturbación o el onanismo, pues tampoco se puede asegurar, ya que eso es muy subjetivo, y en el gusto está la variedad. Lo que sí hay que tener presente es que se deben tener una serie de cuestiones en mente al practicar este tipo de sexo. No es que sea física cuántica, pero la relajación, la lubricación y la preparación previa son importantes, y esto vale para la relación sexual de cualquier tipo, ya sea hetero u homosexual.

Y por lo demás, mientras que te den por detrás esté de actualidad, dejémonos de mojigatería y acostumbrémonos a que cantantes, pintores, escultores, fotógrafos y cineastas nos den una buena dosis de ello.

¿Qué pasa con la cultura en televisión?

Quitaron «Aquí hay tomate» y proliferarán muchos más programas, para qué nos vamos a engañar.  Sin embargo, muchas películas clásicas, inmejorables, se quedan a las tantas de la mañana cuando saben que nadie las va a ver…¿por qué? ¿no es rentable la cultura?

Me acuerdo esas temporadas de películas del Oeste míticas que echaban los mediodías, mi padre viéndolas tirado en el sofá gozándolas.  Ahora a mediodía echan corazón, telenovelas,..

¿Qué ha pasado con Garci? Vale que es un personaje un tanto peculiar, pero yo apendía mucho en sus charlas (vale, no las veía enteras porque eran arduas) y las películas que ponían eran estupendas.

Un lector, Toro Sentado, me escribe a mi email para comentarme el caso de una cadena, flymusic, de música que la están magullando por esta misma razón.  Y me lanza la reflexión:

«No entiendo porque en TV los intereses económicos siempre van en contra de la cultura.»

Supongo que es la vieja cuestión de por qué los intereses culturales, en general, están tan poco valorados socialmente.  Siempre he pensado que nosotros recogemos lo que sembramos.  

Personalmente, una de las razones por las que creo que el mundo del arte en particular en el mundo de la televisión está tan «menospreciado» a la hora de número de programas, emisión de estos, duración, horarios…es por la forma de plantearlo.  Se intenta dar la idea de seriedad, de eruditos que hablan sobre cosas que la mayoría de mundanos no conocen.

A lo mejor el fenómeno «blog» está en contra de eso y por todo ello tienen éxito muchos de sus formatos en cuanto al arte.  Es una forma de expresar cosas de tú a tú, no para eruditos, no hombres estirados desde su galería de arte explicándonos su concepción metafísica. 

Yo abogaría por un programa de arte, que es el que me gustaría, joven, fresco, innovador.  No simplemente decir una obra tras otra o un artista y otra galería, otra feria…sino explicar los por qués de forma más directa, sin tecnicismos.

¿La cultura es rentable económicamente para la televisión? Supongo que otra pregunta buena sería ¿es necesario que sea rentable?

Vamos a ser realistas, en el mundo en el que estamos viviendo la rentabilidad económica es uno de los pilares de muchas de las cosas que se hacen.  Es normal, de algo hay que comer.  Pero no creo que se haya sacado todo el jugo cultural a los programas.  

Por otra parte, ¿vosotros pensáis que dejarían hacer un programa cultural «diferente»? Es decir, joven.  Sabemos que la televisión está muy supeditada a las opiniones de expertos que, normalmente, ven a la gente joven como inexperta y se estancan en formas de realizar, ver y sentir la televisión.  Muy tradicional, si queréis llamarlo así.  

Internet ha obligado a la televisión a un movimiento, unos cambios, que no estaba acostumbrada.  Quizás es el momento de la cultura, de hacernos un hueco desde las nuevas tecnologías para inundar el espacio cotidiano de las personas a través de la televisión, de los periódicos…

¿Vosotros qué opináis? ¿Sería bueno un programa sobre arte?

Y volviendo a la cuestión anterior, la televisión es un reflejo de la sociedad que lo que pretende es divertirse.  La mayoría de nosotros van a casa hartos de trabajar y aguantar a los jefes, para divertirse, evadirse.  Por eso existen los juegos de ordenador, los libros, la televisión.  Por eso ¿qué te ofrece un programa cultural para divertirte? Por eso mismo no tienen éxito, a mi juicio, en la gran mayoría del público.

Y por eso mismo no tienen éxito en la parrilla televisiva.

¿Es el momento de hacer saltar por los aires los prejuicios que se han producido en cuanto a la cultura?

El erotismo… ¿arte o directamente pornografía?

Desde hace mucho tiempo, la pornografía forma parte de la vida del ser humano, casi antes de lo que conocemos como arte. Sobre todo durante las últimas décadas, el porno, sobre todo en su variedad online, se ha vuelto un producto de consumo regular en todo el primer mundo como mínimo (sí, ya sé que poca gente lo admite, pero oye, las cifras están ahí). Las webs para adultos hicieron su agosto al poco de establecerse el internet a nivel de usuario, y pasaron de simples fotos eróticas a otras de temática sexual, y de videos xxx casi de estética vintage a producciones pornográficas cuidadas y de alta calidad, incluso si se tratan de grabaciones amateur.

Antes de esta explosión porno en la red de redes, habían tenido también éxito las producciones de cine X, convirtiéndose en una industria bastante lucrativa. Sin embargo, esto pareció enfrentarse directamente con otras producciones del llamado «cine convencional», que se habían decantado por el género erótico; para estos últimos, la pornografía no era un arte, sino un producto de menor calidad y casi zafio, que nada tenía que ver con la aparente superioridad de sus creaciones, basadas en un erotismo que solo «dejaba ver», pero nunca mostraba directamente.

Así pues, ¿arte o pornografía? Esa es la disyuntiva que se creo, y que aún hoy en día es motivo de controversia. El erotismo es un género bastante aceptable y aceptado, que ha desembocado en numerosas manifestaciones artísticas: literatura, pintura, fotografía… hasta llegar a la más novedosa de la cinematografía. De hecho, es algo que no puede estar más de moda, y todos aquellos artistas que se dedican a él lo defienden a capa y espada. La pornografía, por otra parte, intenta que se la reconozca también como arte, pero no está teniendo tan buena suerte; se oyen voces que abogan por una nueva forma de hacer porno, más acorde con los nuevos tiempos y las nuevas normas sociales, pero estas actuaciones no parecen estar dando los resultados esperados.

Sin embargo, poca gente sabe que, históricamente, la pornografía ya era un arte en sí mismo, mucho antes que todas las demás. El término se acuñó en la antigua Grecia, y tenía un sentido más bien comercial (el vocablo apuntaba directamente a la prostitución); sin embargo, sus manifestaciones son mucho más antiguas, llegando incluso hasta el Paleolítico. De la época prehistórica datan las primeras manifestaciones artísticas que apuntan directamente hacia los órganos sexuales como temática, tanto de forma pictórica como cerámica; así, aunque esto fuera la precuela de las artes, está claro que el sentido erótico y sexual ya estaba más que definido.

Quizá el problema resida en buscar la diferencia entre el erotismo y la pornografía, que parece ser el tronco de la controversia. En papel, la cosa es bastante sencilla: teniendo en cuenta que el objetivo es el mismo, avivar la excitación del sujeto, es el método lo que lo hace diferente. El erotismo se trata de incitar, avivar, exarcebar la mente para que esa excitación pase al cuerpo; la pornografía no entiende de sutilezas, afecta directamente a la libido con sus manifestaciones claras y directas. Teniendo esto claro, sin embargo, la realidad cuenta cosas diferentes, o quizá sea la sociedad y sus tabúes y represiones lo que lo hace diferente. Y claro, si mezclamos las cosas en estos dos conceptos que parecen estar tan diferenciados, ¿cómo ponernos de acuerdo en lo que es arte o en lo que no lo es?

La discusión lleva mucho tiempo servida, y no parece que vaya a resolverse a corto o medio plazo. Claro que, mientras pensemos que se puede disfrutar con el arte en general, con el erotismo a medias con alguna censura, y con la pornografía de forma totalmente censurable, la cuestión queda varada sin posibilidad de resolución.

Merchandising artístico

Que tire la primera piedra aquel que no se ha comprado nada en un museo/galería/sala de exposiciones de arte.

¿Nadie?

He de reconocer que es una gran pasión del público general el tema de la famosa tienda con objetos artísticos.  No sólo libros, sino peluches, chapas o, lo que siempre me ha llamado la atención, lápices y bolígrafos de la propia institución.

Algunas tiendas llegan a ser aberrantes de lo grandes que son, hasta el punto que es más grande la propia tienda que el propio lugar artístico. Para muestra, un botón, la tienda que se sitúa en la Santa Capilla de París, en su planta de abajo.  También llamativo es el hecho de que en el Louvre, en todas las plantas del museo, hay una tienda.  Especialmente la inferior es la más grande, con una artillería de productos exclusivos de la Mona Lisa de lo más sugerente.

Pero no nos tenemos que ir tan lejos, aquí en casa también encontramos tiendas curiosas.  La que más gracia me hace es el museo Thyssen, que luce en su escaparate un precioso rinoceronte de peluche aludiendo al grabado de Durero. Y me pregunto yo ¿alguien se comprará un peluche de un rinoceronte que vale una riñonada (no sé cuánto exactamente) porque es igual que el grabado de Durero?

Otra de los objetos que más me han llamado la atención es en el museo Guggenheim, que en su tienda online venden un bloque de cristal cúbico con la firma del museo tallada.

Vamos, un posapapeles…

Lo reconozco, yo tengo un peluche de Frida Kahlo y otro del Grito de Munch, comprados en la tienda espectacular también del nuevo edificio de la fundación la Caixa en Madrid.

Y una camiseta de los girasoles de Van Gogh y otra de El Jardín de las Delicias, de El Bosco.

Pero de ahi a comprar un bolígrafo que pone «Museo del Prado» creo que hay un trecho.  Esto es como otra de las cosas que nunca llegaré a entender, que ya he comentado en alguna ocasión, que es hacerse fotografías con los propios monumentos (salir tú y el monumento, vamos).

¿Vosotros tenéis algo? ¿cuál es la tienda que más os ha gustado/impactado? ¿qué opináis de todo esto?

Hirst cortando el bacalao

Quien diga que Damien Hirst no es un tio raro, raro, raro es que no lee las noticias.

Y, a aparte, muy listo…

A mí la verdad es que siempre me ha sorprendido este personaje del arte que se atreve a meter una oveja en formol y encima vendernos la moto por millones de dólares.

No contento con eso, ahora se dedica el amigo Hirst, él solito, a vender su propia obra, por primera vez en la historia, sin contar con la ayuda de ningún mecenas/galería.

Hace poco me preguntaron en Observatorio cuál había sido el punto de inflexión en la idea del mecenas-patrón de los artistas.  Es decir, cuando dejaron de hacer caso a un mecenas para hacer lo que ellos querían.  Le comenté, por responderle de alguna forma a esta complicada pregunta, que no era un artista el que dijo el primero que «yo quiero hacer esto y a callar» sino que fue una sucesión de cosas.

Por ejemplo, el hecho de que fueron los artistas los propios revolucionarios para que el arte no se considerara algo meramente práctico, sino algo mental, fue un punto importante para llegar a esta idea final.  Hay que tener en cuenta que el arte empezó siendo algo así como una magia de unos pocos, para pasar a ser algo mental, algo que implicaba una Idea (Ilustración), que era plasmada o no (arte conceptual).

Por eso, yo creo que habría una evolución a la hora de pensar en este aspecto, no sé cómo lo pensaréis vosotros.

De hecho, a mi juicio, otra de las cosas que ayudaron a esta medida es la valoración de las artes «menores». Es decir, la orfebrería, la cerámica,…las artes y oficios comunes se empezaron a considerar como artes mayores en el siglo XIX con movimientos como el Arts & Crafts, modernismo,…esto supuso una gran revolución, porque implicó que el propio artista, que hasta ahora se había centrado en las artes «mayores» pudiera combinarlas, crear con otras disciplinas, algo con mucha más libertad de movimiento.

Y todo esto, por supuesto, con la línea evolutiva propia del mercado artístico. Si al principio veíamos mecenazgos, del tipo los papados en el Barroco, por ejemplo, empezaremos a ver en el siglo XVIII finales y siglo XIX la figura del marchante de obras y del propio estudio.

Ese marchante no se ha perdido actualmente, por ejemplo, tenemos la figura institucional del Museo Guggenheim con Peggy Guggenheim en el siglo XX.  Sin embargo, este perfil se va diluyendo mientras pasan los años.

Y es ahora cuando entra en escena Damien Hirst.

¿Supone un cambio, un paso más? ¿la muerte de las galerías y los intermediarios del arte? ¿unas nuevas reglas en el mercado artístico?

¿O simplemente una excentricidad más?

Los paisajes ocultos de Ballester

Una lectora me manda por email un artículo de Fogonazos donde habla de José Manuel Ballester, artista español muy curioso que hace obras de arte conocidas, pero sin gente ni ser viviente.

Muy curioso me ha parecido, no he oido hablar de él nunca, y me parece una proeza que pueda hacer versiones de los clásicos tan bien hechas, ¡qué maravilla!

La verdad es que te deja con los pelillos de punta ver imágenes muy conocidas sin gente, como El Jardín de las Delicias, uno de mis cuadros favoritos.  Es como si entraras en el estudio de grabación de una película, con los escenarios, pero sin los protagonistas…

Por si alguien puede acercarse (yo va a ser que no) en Madrid se inaugura una exposición HOY mismo, 18 de septiembre, en la galería Distrito 4.  Pinta muy interesante.  ¿Su título? Espacios ocultos.  Mmm…sugerente, ¡qué buena pinta tiene!.

Oye hija, ¿de qué estilo es esta iglesia?

¿Os han hecho alguna vez esta pregunta? (cambiar hija por vuestro nombre) A mí muchas y la mayoría mi madre..

Es bastante frecuente pensar que quien estudia arte o a quien le gusta el arte es un entendido de todos los artes, de todos los tiempos, de todos los artistas y sino sabe algo todo el mundo te mira como diciendo…¿y a ti te gusta el arte?

Por eso, la pregunta de ¿oye, qué estilo es esto? es bastante desquiciante, por lo menos para mí. Es como cuando vas a una excursión y tienes una guía turística y te miran todos como diciendo, ¿es verdad lo que dice? ¡Pues claro! (normalmente).

Que estudies arte o hayas estudiado o que te guste no implica que tienes que saber de todo, es prácticamente imposible saber todas las respuestas y a la pregunta del título hay que entender muchos factores para responderla. Por ejemplo, que un edificio no es un ser inerte que lo construyen y ahí se queda, sino que hay varios motivos por los que evoluciona, que podrían ser:

  • Un edificio, por ejemplo, cambia con el tiempo según la sociedad en la que esté. El ejemplo perfecto lo encontramos en la mezquita de Córdoba que ahora se utiliza como iglesia o la Alhambra que se «reinventó» con un palacio de Carlos V. Los edificios cambian de uso a lo largo de su historia, por lo que su estructura y su decoración se adecúan a la nueva utilidad.
  • Accidentes. El azar es a veces el que más cambia la funcionalidad y la estética de un edificio. ¿Cuántas iglesias actuales tenían un origen románico que se quemó en un incendio? Los incendios son muchas veces la causa más frecuente en un cambio porque se tiene que hacer de nuevo el edificio pero…¿por qué hacerlo al estilo anterior sino al que se ha puesto de moda en la época?
  • Otro aspecto a tener en cuenta son las guerras, asaltos o vandalismo, que han provocado que muchos edificios quedan parcial o totalmente destruídos. Por eso, se han tenido que ir rehabilitando y por eso se hace en el mismo estilo que predomina en la época, en muchos casos.
  • Nuevos gustos de la sociedad. Un edificio construído en el Gótico puede tener una fachada románica, otra neoclásica y en su interior una capilla barroca. Es como una especie de puzzle donde se ven todas las modas que a lo largo de su historia han pasado, porque la sociedad evoluciona y adapta sus edificios a sus nuevas exigencias estéticas.
  • Arquitectos, restauraciones y demás. Quizás son los factores que menos puede influir a simple vista, pero a veces son los que más cambian los edificios. Y sino que se lo pregunten a Violet le Duc, arquitecto francés famoso por sus restauraciones de edificios góticos (Notre Damme de París, por ejemplo) donde se inventaba la mayoría de las cosas. O por poner un ejemplo nacional, la fachada de la catedral de Barcelona, que muchos teóricos y tratados hablan de que la original no tendrían nada que ver con la restauración…

Por eso, es un poco más compleja la pregunta de lo que parece porque la parrafada que puedes decir para explicar la respuesta que des puede ser monumental…

¿Os ha pasado alguna vez esto que digo? ¿qué decís en ese caso?

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